Aunque Sidney o Melbourne son ciudades mucho más grandes, importantes y pobladas, la capital de Australia es Canberra.
De hecho incluso existen otras ciudades como Brisbane que podrían ser candidatas a ocupar el gloriosos honor de ser capital de Australia, pero la razón por la que ninguna de ellas lo es resulta cuando menos curiosa.
Es bastante habitual que exista competencia entre las ciudades más importantes de cualquier país. Esta competencia entre grandes urbes suele darse en todos los ámbitos: comercial, deportivo, cultural y económico.
Y dado que la elección de capital se realiza habitualmente entre alguna de las ciudades más importantes, esta rivalidad suele exacerbarse, ya que como resultado de la elección hay una ciudad ganadora y otra perdedora.
A la hora de elegir la capital de Australia, los políticos de este país prefirieron un enfoque más “salomónico”. En lugar de elegir entre las grandes ciudades cuál sería la capital, creando así un conflicto aún mayor entre ellas, decidieron construir una nueva ciudad desde cero.
¿Te imaginas a Madrid y Barcelona decidiendo construir una nueva ciudad a mitad de camino entre las dos para ser la capital? Pues esto que nos resulta tan sorprendente es básicamente lo que sucedió.
Visto lo visto, no sólo estamos geográficamente en las Antípodas, sino que también en cuanto a mentalidad.
La capital de Australia tiene poco más de 100 años
Si Australia como país es muy jóven, la capital de Australia lo es todavía más.
En 1908 se eligió la ubicación, en 1913 se inició la construcción de Canberra y se eligió su nombre, entre más de 750 sugerencias que se realizaron a tal efecto, y que significa “Lugar de reunión” en una de las lenguas de los aborígenes australianos.
El diseño y el desarrollo de la capital de Australia, sin embargo, no estuvieron exentos de polémica, y durante los primeros años de su existencia, Canberra estuvo en el ojo del huracán por este motivo.
Las críticas a cómo se había planificado y como se había construído llegaron al punto de que un Primer Ministro australiano, Sir Robert Menzies, llegó a calificarla como “una vergüenza”.
Sin embargo, entre 1955 y 1975, la capital de Australia tuvo un notable incremento de población que llegó casi al 50%, y su desarrollo se aceleró considerablemente. Actualmente es la octava ciudad más poblada del país con algo más de 400.000 habitantes.
